El Z1 tiene un mundo de mejoras para celebrar
Allá por 2008 entregaban las primeras casas en el barrio Z1, sobre la meseta neuquina, y el paisaje era muy distinto al que se observa hoy. Los mismos vecinos cuentan cómo ha progresado y el empuje que permitió llegar a lo que poseen hoy.
El Z1 no era más que tierra colorada con hileras de casas y mucha basura alrededor. Alejada del resto de la ciudad, sin líneas de colectivo que facilitaran el traslado ni servicios para satisfacer las necesidades de sus habitantes.
«La gente estaba descreída de que todo esto se iba a materializar», contó Gustavo Maldonado, uno de los vecinos que se muestra orgulloso al mirar a su alrededor y recordar cuando le entregaron su propia casa. «La primera vez que vi esto, yo ya sabía que íbamos a vivir acá, pero fue un largo camino», admitió.
Recuerda que cuando se mudó a su nueva casa no había luz, agua ni calefacción: «Todos estábamos conectados a un mismo transformador que siempre explotaba por lo saturado que estaba».
Los vecinos consultados se muestran de acuerdo con que todos los avances se han logrado por el empuje de ellos mismos. «Se ha trabajado mucho comunitariamente, desde un primer momento», destacó Patricio Da Roda, recordando cómo entre todos plantaron los primeros árboles, dos por casa, y se arreglaron los cordones cuneta frente a cada vereda.
La violencia era otro de los factores que le otorgó la mala fama al barrio y algo que se ha erradicado más lentamente. «Hasta hace un par de años se mataban en la calle», agregó Gustavo. Luego, planteó un argumento muy posible y muy actual frente al motivo principal de esos sucesos. «Es razonable ver todo lo que tienen otros y el poco acceso a ciertas cosas y oportunidades para los vecinos de este barrio y pensar ‘¿por qué yo no puedo tener lo mismo?».
Y agregó: «Al brindar las mismas posibilidades, se genera otro clima».
El barrio cuenta con una cancha de fútbol, una plaza y un boulevard parquizado y con riego por aspersión. Poseen dos escuelas en el corazón del vecindario y un Salón de Actividad Física próximo a inaugurarse, una de las prestaciones más prometedoras.
«Para poder llevar a mi nena a patín tengo que ir hasta Gregorio Álvarez y ahora ya no va a ser necesario», dijo Celeste Espíndola, otra de las vecinas que ha podido observar y vivenciar los cambios desde sus inicios.
El acceso a los servicios actualmente también se encuentra entre los aspectos a destacar. No padecen ninguna falta ni falla, cuentan con recolección de basura habitual y dos líneas de colectivo que los conectan con el resto de la ciudad. «Somos uno de los pocos barrios que no sufren de la falta de agua en ningún momento del año», expresó contenta.
Espacio para mejoras siempre hay. En este caso, todos piden por asfalto en las calles, cuya aridez por ahora es aplacada con el paso de un camión regador, y la señalización correspondiente, principalmente para aportar a la orientación de aquellos ajenos a la zona.
A pesar de la merma en la violencia, los robos en las paradas de colectivos son frecuentes y requieren de atención inmediata.