Las Madres de Plaza de Mayo reciben hoy el Honoris Causa de la UNC
“Pensaban que con las desapariciones y torturas nos iban a parar; pero salimos igual”, recordaron las Madres de Plaza de Mayo en Neuquén, a pocas horas de recibir el doctor Honoris Causa, de la Universidad Nacional del Comahue. El acto se realizará hoy, a las 19, en el Aula Magna “Salvador Allende”.
Ellas ríen, se corrigen, reciben abrazos y un sostenido afecto a cada instante: son Lolin e Inés, las Madres neuquinas.
Juntas se internaron en el relato de una búsqueda que lleva más de 40 años. Una marcha que comenzó antes de que llevaran el pañuelo blanco que las acoraza como Madres de Plaza de Mayo.
Hubo debate antes de aceptar la mención universitaria. “Lo importante no es lo personal, así es ser una Madre de Plaza de Mayo”, explicó Lolín Rigoni.
Aceptaron convencidas de que “es para la Asociación Madres, filial Neuquén y Alto Valle”.
“Nos explicaron que era una propuesta de los estudiantes, de gente común, de docentes. Es un compromiso recibirlo y para la Universidad un compromiso esta entrega, lo aceptamos de esta manera”, explicó Inés Rigo de Ragni.
Lolín recordó que “hace años” que no comparten actividades con la central de las Madres de Plaza de Mayo, pero que siguen siendo la filial, “en coherente rebeldía”.
Se las nombró primera filial de la organización nacional durante una visita a Neuquén (1982) de Hebe de Bonafini para el festival “dale una mano al desaparecido”.
Luego fueron 15 filiales de Madres en todo el país. Cada 3 meses se reunían en una de las sedes, tomaban decisiones y acopiaban fortaleza. “Salimos a la calle, sin pensar en el miedo”, insistieron.
En Neuquén, desde 1976, todos los martes a las 21, los familiares de detenidos desaparecidos se reunían en el Obispado, desafiando las órdenes de no reunión de la dictadura. Explicaron que en esos años aún no conocían la dimensión del Terrorismo de Estado.
Lolín e Inés dijeron que muchas de las atrocidades cometidas durante al dictadura las supieron de los relatos de las y los exiliados, o por la difusión que se filtraba en los años de impunidad y censura.
Lolín recordó una emisión de video que se proyectó en la capilla que estaba al lado de la catedral -donde ahora está la librería San Pablo- en la que vio el testimonio de una exiliada en España. “No podía creer que esas cosas estuvieran pasando en mi país, pero todo lo fuimos comprobando con los juicios”, dijo.
Ambas tienen una posición crítica respecto a los enjuiciamientos que realizan a los responsables de los secuestros y torturas. “Yo voy para escuchar los testigos, ellos me dicen la verdad. Estoy enojada con el Poder Judicial hasta que sea independiente, ágil y humano”, dijo Lolín.
Para Inés, “después de la desaparición de nuestros hijos, no habrá conformidad. El juicio de 2008 fue bueno y de los otros se puede ir sacando un poco de cada cosa, pero a una madre le falta la Verdad y la Justicia: ¿Dónde están? ¿Qué hicieron con los desaparecidos? Es lo que todavía estamos reclamando.