Las restingas de Las Grutas, un mundo a explorar

Cuando baja la marea, en la playa de Las Grutas se descubren grandes extensiones rocosas denominadas restingas. Desde la Bajada Cero hacia el norte, queda una enorme superficie plana como una calle de pavimento, que tiene como atractivo los piletones cavados por el hombre, la delicia de muchos veraneantes.

En cambio, hacia el otro lado –entre la Tercera y la Séptima Bajada- emerge un bloque escabroso de unos mil metros de largo que, visto desde la altura de la costanera, se asemeja a un pequeño mundo, con lagos, ríos, golfos y bahías.

Los turistas poco familiarizados con la vida marina encuentran aquí un paseo fascinante. Es una aventura caminar entre las irregularidades del terreno y explorar los innumerables hoyos y concavidades de distintos tamaños donde se observan macizos de algas, cangrejos, pequeños peces y pulpos, si se tiene la experiencia y la vista entrenada.

También es gratificante llegar con reposeras y demás utensilios de veraneo e instalarse al borde de cualquiera de los estanques, donde el agua se torna tibia con el correr de las horas, y disfrutar de la calma y el silencio, ya que allí no llega el griterío de la multitud, que permanece distante.

El lugar más elegido es la laguna que queda en el centro del cuerpo rocoso, mucho más amplia que las demás, donde en algunos lugares alcanza los 50 centímetros de profundidad. Es ideal para los chicos, pero también apta para practicar buceo con snorkel.

Una sugerencia muy útil para quien tenga pensado realizar la excursión: hay que ir con calzado, debido a que el terreno está cubierto de mejillines –más pequeños que los mejillones- y dientes de perro, un crustáceo conocido también como «picoroco», que daña la planta de los pies y puede provocar dolorosas lastimaduras.